Bilbao, ¿una ciudad kid-friendly?

Cómo visitar nuestra ciudad con niños y no morir en el intento

Cuando tienes a tu primer hijo piensas (o quieres pensar) que el mundo sigue ahí fuera esperándote. Que nada ha cambiado y que tus planes de viaje no tienen por qué verse trastocados por el simple hecho de tener un niño en la maleta. Así que decides embarcarte en ese viaje que tantas ganas tenías de hacer (léase La Toscana) y acabas en la sala de espera del pediatra en un pueblo perdido del mundo porque a tu hijo casi lo devoran los mosquitos.

Así que cuando te pones a planificar el segundo viaje en familia decides que esta vez vas a huir de la madre naturaleza y vas a decantarte por un entorno urbano. Y entonces empiezas a buscar ciudades kid-friendly y te vuelves loco (o loca) pensando cuántas escaleras te tocará bajar con una sillita a cuestas o si la habitación contará con paredes anti-berrinches.

Pues bien, si te pillo justo en el momento debate/discusión con tu pareja, te diré que Bilbao es una buena opción. Y te diré por qué…

  1. Aquí no hay mosquitos
  2. El Guggenheim no sólo es un gran museo sino que es un museo grande. O lo que es lo mismo: un lugar donde tus hijos podrán correr hasta la saciedad. Y sin molestar a nadie.
  3. En el centro de la ciudad se levanta un antiguo almacén de vinos reconvertido en centro social-cultural-deportivo-y-no sé-que-más que se llama Azkuna Zentroa (también conocido como la Alhóndiga) y que es perfecto para niños curiosos: 600 m2 de superficie y 43 columnas tamaño Bilbao (o sea, enormes) con las que descubrir las diferentes culturas y civilizaciones. Y no sólo eso, sino que tus hijos se divertirán mientras te estás tomando una cerveza bien fría en el bar de moda.
  4. Norman Foster no solo trajo el metro a Bilbao sino que algún iluminado de su equipo (un padre o una madre, probablemente) decidió instalar ascensores en todas y cada una de las paradas. Olvídate de subir y bajar escalones con la silla de tu hijo a cuestas, olvídate de los dolores del espalda… ¡Aquí los niños tienen hasta su propio vagón!
  5. Hay muchas calles peatonales, pero muchas. Ledesma, Diputación, Particular de Indautxu, Villarías… Y para todos los gustos: pijo-moderno, pijo-clásico, hippie-frustrado, aspirante a hipster, etc. Calles a prueba de zipis y zapes donde podrás degustar los mejores pintxos de la ciudad: de tortilla, de jamón, de bonito con alegría, bonito sin alegría…
  6. Y, por último, pero no por ello menos importante: encontrarás toboganes y columpios por doquier. Los tenemos a lo largo y ancho de la Ría, de todos los tamaños y colores. Y, por supuesto, estratégicamente situados cerca de bares y cafeterías.

En fin, creo que eso era todo. ¡Espero haberos convencido! Y si no, ya sabéis: siempre quedarán los campings.

P.D: Lo de los toboganes no era broma. Si os animáis a venir a Bilbao no dejéis de visitar el que está junto al barco pirata que hay pasando el Euskalduna. Apto para pequeños y mayores (muy) atrevidos. Justo al lado está la Lonja de Olabeaga, un semi bar, semi restaurante donde degustar buen pescado y mejor ambiente.

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